Enciclopedia Eorzea: La antigua ciudad de Amdapor
Os traemos página a página la Enciclopedia de Eorzea traducida al Español.
Con cientos de páginas que detallan todo, desde la historia y las culturas de Eorzea hasta su geografía y sus habitantes, este tomo elaborado por expertos es un verdadero tesoro de información inestimable.
La Enciclopedia de Eorzea ofrece una visión en profundidad de las ciudades-estado, las organizaciones y los personajes más importantes del reino, así como de sus diversas profesiones y sus principales practicantes. Los lectores también conocerán a los hombres bestia de Eorzea, sus culturas, costumbres y deidades, y obtendrán datos detallados sobre las innumerables criaturas del reino, desde las más tímidas hasta las más terroríficas.
LA ANTIGUA CIUDAD DE AMDAPOR
En los albores de la Quinta Era Astral, un grupo de hyur llegó a lo que hoy es el Sudario Sur. La zona en la que se asentaron era una llanura abierta llena de enormes afloramientos de roca de color claro, desprovista de la espesa cubierta forestal que ahora se asocia a la región. La abundancia de piedra permitió a los Hyur erigir estructuras excepcionalmente robustas, y para el año 300, el centro de Aldenard se había transformado en la bulliciosa ciudad de Amdapor.
Los habitantes de Amdapor intentaron comunicarse con los enigmáticos elementales del Sudario Negro, para poder ser partícipes de la generosidad del bosque. Los elementales, siempre desconfiados de los hombres, rechazaron cualquier interacción con sus nuevos vecinos, contentándose con la distancia entre ellos. Los Amdapori respetaron este deseo y no invadieron por la fuerza el santuario sagrado, salvo para perseguir ocasionalmente a sus presas durante una cacería. Sin embargo, cabe mencionar que los elementales no rechazaron por completo a los forasteros durante este periodo; se mantuvieron relaciones amistosas con las tribus ixali, y los elementales les permitieron entrar en el Sudario al considerar que los hombres bestia no eran una amenaza para el equilibrio natural del bosque.
A medida que su ciudad-estado prosperaba, los Amdapori se centraron en fortificar sus dominios, ampliando sus defensas mediante la construcción de una enorme fortaleza en lo alto de una loma fuera de la ciudad propiamente dicha. Reverenciando a Nophica, la diosa de la abundancia, afirmaban apreciar la armonía con la naturaleza y prometían a sus vecinos una coexistencia pacífica. Las sociedades de los alrededores se beneficiaban de esta filosofía, y Amdapor no era vista como una amenaza, sino como un respetado anciano que vigilaba a sus once ciudades vecinas. Así llegó a ser conocida como “la ciudad antigua”.
Gran parte de lo que queda de la ciudad de Amdapor está siendo engullido lentamente por un manto cada vez más grueso de moho y podredumbre causado por un desequilibrio elemental que persiste tras la Séptima Calamidad Umbral. Aun así, los arqueólogos esperan que el deterioro no destruya los antiguos cimientos de piedra de la ciudad, hazañas arquitectónicas que ya han resistido más de un milenio y medio de ira de la naturaleza.
EL DESCUBRIMIENTO DE LA MAGIA BLANCA
En un principio, los Amdapori utilizaron magias básicas para las defensas de su ciudad, aprovechando y ampliando los conocimientos primitivos de la creación de gólems para imbuir temporalmente de vida a las estatuas de piedra. Sin embargo, en el siglo IX, los magos de la antigua ciudad fueron testigos del uso de las artes destructivas por parte de Mhach para subyugar a las ciudades-estado vecinas. Recelosos de las ambiciones de sus vecinos, los Amdapori trataron de contrarrestar estas magias negras mejorando su hechicería ganada, tejiendo con la intención de purificar, proteger y curar, el arte de la magia blanca.
Se ha afirmado que sin el descubrimiento de la magia blanca, Amdapor probablemente habría sucumbido a las ambiciones de Mhach. El hecho de que la antigua ciudad hubiera desarrollado un medio para mantener a raya a los magos negros impidió que el ejército de Mhach emprendiera un asalto en toda regla contra Amdapor, para no sufrir también graves pérdidas. Así, durante los siguientes siglos, Eorzea vivió una paz frágil pero duradera, fomentada por el precario equilibrio entre las dos naciones y sus escuelas de magia opuestas.
Esculpido durante la Quinta Era Astral, este león alado es un guardián de piedra embrujado capaz de manipular la magia blanca a su antojo, un testimonio del avance de las capacidades arcanas de Amdapor.
Traducción de la página 32 de la Enciclopedia de Eorzea por Lia Tales para Gaceta Eorzea.