Enciclopedia Eorzea: El Nacimiento de un Imperio I
Os traemos página a página la Enciclopedia de Eorzea traducida al Español.
Con cientos de páginas que detallan todo, desde la historia y las culturas de Eorzea hasta su geografía y sus habitantes, este tomo elaborado por expertos es un verdadero tesoro de información inestimable.
La Enciclopedia de Eorzea ofrece una visión en profundidad de las ciudades-estado, las organizaciones y los personajes más importantes del reino, así como de sus diversas profesiones y sus principales practicantes. Los lectores también conocerán a los hombres bestia de Eorzea, sus culturas, costumbres y deidades, y obtendrán datos detallados sobre las innumerables criaturas del reino, desde las más tímidas hasta las más terroríficas.
EL NACIMIENTO DE UN IMPERIO I
Hace aproximadamente 5.000 años, la civilización eorzeana alcanzó lo que podría considerarse su punto álgido, al menos en el sentido del avance tecnológico e influencia general sobre el resto de Hydaelyn, con la llegada del Imperio Allagan y su expansión por el norte hasta Ilsabard, por el este hasta Othard y por el sur hasta Meracydia.
La siguiente sección examina el ascenso y la caída de la época más próspera del reino.
EL HALLAZGO DE SAINT COINACH
Hace casi seis siglos, un joven decidido de Ul’dah llamado Coinach tropezaría con lo que resultaría ser el mayor descubrimiento de la Sexta Era Astral, las reliquias del gran Imperio Allagan.
Coinach, seminarista de la Orden de Nald’thal, era muy inteligente y obtenía siempre las mejores notas entre sus compañeros. La orden tenía grandes esperanzas en el joven prodigio y lo imaginaba como un futuro líder de la iglesia. Estas esperanzas se desmoronaron cuando Coinach se encaprichó con las historias de un imperio perdido hace mucho tiempo y mencionado brevemente en las escrituras sagradas, los Allag. A pesar de estar a menos de un año de graduarse, abandonó abruptamente sus estudios y comenzó una febril búsqueda de conocimientos sobre un tema que la mayoría de la orden consideraba, en el mejor de los casos, como una alegoría. Haciendo oídos sordos a las súplicas de sus profesores, Coinach fue expulsado del seminario y finalmente condenado al ostracismo por sus compañeros más cercanos. Sin embargo, se convirtió en comerciante, y cada moneda que ganaba la invertía en la adquisición de tomos antiguos y en la supervisión de excavaciones exploratorias en lugares remotos del reino. No fue hasta el año anterior a su fallecimiento, más de cinco décadas después de que comenzara su búsqueda, que Coinach encontró finalmente lo que buscaba en un rincón poco poblado de Mor Dhona.
Antes era el hazmerreír de los círculos académicos, ahora Coinach era un héroe. Las universidades le rogaban que se uniera a su personal, mientras que patrocinadores de toda Eorzea le colmaban de monedas para financiar futuras excavaciones. Una mayor reivindicación se consiguió tras su muerte, cuando fue canonizado, no por la orden que lo abandonó, sino por los seguidores de Althyk, el Custodio. El nombre de Coinach sigue vivo hasta hoy en día en el Hallazgo de San Coinach, una organización dedicada a la continuación del trabajo del arqueólogo epónimo.
LA TERCERA ERA ASTRAL: EL SURGIMIENTO DE UN IMPERIO
Las comunidades que surgieron tras la Calamidad del Fuego, aunque temerosas de los dioses, se mostraron cautelosas a la hora de convertirlos de nuevo en el centro de su sociedad. La búsqueda de lo divino había provocado la ira de los cielos, así que para evitar un destino similar, la humanidad optó por poner distancia entre ella y los dioses. Como resultado, la sociedad comenzó a centrarse en los talentos individuales de su gente. La fe en los dioses dio paso a la fe en uno mismo. Con esta nueva confianza, la humanidad comenzó a producir algunas de las mejores mentes de la historia. Cada día se hacían nuevos descubrimientos en ciencia y tecnología. La civilización avanzaba a un ritmo nunca visto en las dos Eras Astrales anteriores, y al frente se encontraba un hombre que vería cómo esa civilización llegaba a los rincones más lejanos de Hydaelyn, Xande.
Considerado por muchos como un genio por derecho propio, el ambicioso Xande utilizó su asombrosa inteligencia y carisma para construir una nación que, aunque fundada en la ciencia, no negaba la magia de la Segunda Era Astral. Los pocos descendientes de los sacerdotes y brujas de la Segunda Era Astral fueron bienvenidos y se les dio un lugar donde pudieran perfeccionar sus habilidades y ejercerlas para el bien del pueblo. A medida que Xande aprendía más sobre el potencial de la magia, asignó a muchos de estos “magos” a su recién formado ejército, donde su incomparable fuerza en el campo de batalla permitió al joven líder subyugar las tierras vecinas con pocas bajas allaganas. En menos de un año, Allag era la mayor nación de Eorzea y Xande se coronó emperador.
A su muerte, el emperador Xande fue enterrado en una tumba construida dentro de una caverna cristalina situada en Mor Dhona, con el razonamiento de que gracias a los niveles concentrados de energía etérea pura se podría reparar la carne corrupta y restaurar el alma de Xande en su nuevo cuerpo. Las consecuencias reales fueron muy diferentes.
LOS ORÍGENES DE LA ETEROQUÍMICA
No hace falta decir que el Imperio Allagan nunca habría sobrevivido, y mucho menos se habría expandido y prosperado, si no hubiera sido por el poder del plantel de magos elegidos por Xande. Sin embargo, su contribución más importante al imperio no fue únicamente el tejido de hechizos, sino la incorporación de sus magias a los principios científicos existentes. Las máquinas de asedio mejoradas con hechizos lanzaban proyectiles más lejos y con más precisión. Las grúas de rueda hechizadas levantaban bloques diez veces su carga máxima con la mitad de mano de obra. Una vez desvelados los secretos del éter, se aplicaron no sólo a la guerra, sino a las necesidades cotidianas de la sociedad, desde la construcción hasta la medicina, pasando por el transporte y la comunicación. El campo llegó a conocerse como eteroquímica, y sobre su base los allaganos cabalgarían hacia una Edad de Oro de prosperidad.
Traducción de la página 24 de la Enciclopedia de Eorzea por Lia Tales para Gaceta Eorzea.