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Relatos desde las Sombras : Dedicatoria Final

Relatos desde las Sombras : Dedicatoria Final

Con motivo del sexto aniversario de FINAL FANTASY XIV, presentamos una nueva colección de historias secundarias con Relatos desde las Sombras. Echa un vistazo a los momentos cruciales de las vidas de los personajes centrales de la trama de Shadowbringers.

Traducción del relato original publicado en la lodestone.

Dedicatoria Final

Vestibulo

-¡Emet-Selch!

Mi nombre sonó en el Capitolio, la voz del que llamaba resonaba en el vestíbulo.
Ya no podía fingir que no lo había oído. Me detuve en la puerta a punto de salir y me giré. Había estado tan cerca de escapar…

La voz pertenecía, como ya sabía, a un joven de túnica blanca y pequeña estatura, que se apresuraba a cruzar el vestíbulo. Su máscara roja lo marcaba como uno de los integrantes de la Convocatoria de los Catorce. Mi compañero Elidibus.

Lo miré con una mirada inquisitiva, suspiró y me contestó con la seriedad que era habitual en él.
-¿Conoces el volcán del que hablaremos en la próxima reunión?
-Ahh, ¿el volcán que está a punto de hacer erupción..? No recuerdo que fuera un tema particularmente complicado.

Según un informe presentado ante la Convocatoria, se había descubierto una inusual actividad etérea de fuego en una isla volcánica aislada o, en otras palabras, signos de una erupción.

En la isla había un pequeño pueblo, y una gran cantidad de fértiles tierras de cultivo que, en caso de erupción, serían tragadas para siempre… Pero así era el mundo. Como en muchos otros casos, nuestro papel era simplemente reconocer el hecho. Los isleños harían lo mismo, y aquellos que lo consideraban prudente probablemente ya habrían empezado a mudarse a otro lugar. Si bien era cierto que la Convocatoria pretendía discutir el asunto, era poco probable que se llegase a otra conclusión.

Por otro lado, el hecho de que Elidibus se me acercara a hablar de este tema a pesar de todo, no hacía más que darme un mal presentimiento.

-Resulta que…Azem ha ido allí, dijo que iba a detener la erupción.

“¡Si es que lo sabía!” me contuve de gritar mientras sentía que mi entrecejo se fruncía. Después de calmar mis sentimientos finalmente continué -…¿y cómo piensa hacerlo?

Elidibus me contestó de nuevo con la misma seriedad de siempre.
-Tratándose de ti habrás oído hablar del espíritu de fuego Ifrita, ¿no?
-Ahh, te refieres al mejor concepto creado por Lahabrea, ¿no? su obra maestra.
-¡Si! ¿No crees que es realmente increíble? - dijo lleno de emoción dejando ver claramente lo mucho que admiraba a Lahabrea…bueno, a todos sus colegas en realidad. Normalmente lo habría mirado con una sonrisa, y un poco avergonzado en verdad, pero en ese momento me preocupaban las implicaciones de su afirmación, por lo que volví a fruncir el entrecejo.

El espíritu de fuego Ifrita es una criatura fantástica creada mediante la combinación de éteres de fuego. Por lo que también me puedo imaginar lo que Azem estaba planeando: transformar el éter del volcán en Ifrita, alejarla y luego dispersarlo en otro lugar, es decir, derrotarlo. Pero él sólo no podía hacer todo esto, por supuesto, el plan requería de alguien que le procurara el concepto de Ifrita. Y si ése no era el mismísimo Lahabrea… sólo había una persona capaz de hacerlo.

La Oficina de Gestión de la Creación. El director de esa oficina debería ser capaz de sacar incluso al concepto más controlado. Por un momento pude ver a mi amigo con una sonrisa de felicidad en el rostro despidiendo a Azem y me llevé las manos a la cabeza olvidando mi máscara.

Elidibus pareció entender por mi gesto que había entendido cuál era el problema.

-No creo que haya que preocuparse, pero si las cosas se descontrolan, Azem podría ser regañado de nuevo. A lo mejor deberías acompañarle Emet-Selch.
-Entiendo la situación pero…¿estás seguro de que es prudente que el mediador Elidibus se ponga de su lado?
-Oh, esa no es mi intención. Simplemente estoy dando la misma importancia a la opinión de Azem en el asunto. Además, el resto de los Catorce aún no han llegado a un veredicto.

Aún si quisiera hacerlo, no podía refutar o afirmar ese argumento. Así que me encogí de hombros, meditando en mi interior que Azem debería dar las gracias de que el actual mediador fuera un joven de corazón tan amable.

-¿…De casualidad te ha dicho cuál es la razón por la que quiere detener la erupción? - me detuve a preguntarle antes de irme.

El joven frunció el ceño, esforzándose por recordar su conversación con Azem con la mayor precisión posible. Después de todo, no sería adecuado que el mediador hablara sin fundamentos. Mientras esperaba su respuesta, pareció acordarse de algo. Levantó la vista apresuradamente y dijo, con la severidad de quien revela un hecho crucial:
-Si recuerdo correctamente…dijo que las uvas que crecen en esa isla son particularmente deliciosas.¡Quizás haya juzgado que esas uvas deben seguir existiendo en contra del destino!
-…s-si….es… posible… - Para no manchar su ferviente admiración decidí para mí mismo que más tarde me encargaría de darle un sermón a mis dos malvados amigos.
Elidibus, que no tenía forma de saber lo que estaba pensando, se detuvo de nuevo y murmuró afectuosamente:
-El punto de vista de Azem es siempre refrescante.

Esa es la clase de persona que era Elidibus; siempre deseoso de cumplir con su deber, también era quien más respetaba y admiraba a los miembros de la Convocatoria. Para muchos de nosotros, era como una especie de hermano pequeño. Por eso, cuando se hizo evidente que él era el candidato más adecuado para ser el corazón de Zodiark, no importaba lo fuerte que fuese nuestra determinación… no hubo ni uno sólo de nosotros que no vacilase.
Es por esta razón que nuestro inesperado reencuentro con él, fue una gran sorpresa para todos.

Esto ocurrió poco después de que Zodiark se convirtiera en la voluntad de la estrella, y nuestros Días Finales fueran evitados.

La gente estaba dividida, incapaz de decidir qué hacer con el futuro que ahora se extendía ante nosotros. Muchos deseaban cambiar la nueva vida que había surgido para reclamar a los que se habían perdido en el sacrificio a Zodiark. No pocos, sin embargo, insistieron en que el destino de nuestro mundo debía confiarse a esas mismas almas recién nacidas. Todos estaban al borde de la locura.

De inmediato lo vimos, brillando. Salió del pecho de Zodiark, se retorció por un tiempo y luego tomó la forma de una persona. Mientras nos miraba a todos, su boca incómoda pero ciertamente sonriendo, dijo:
-Tran…quilos…haréis…la elección correcta, y la llevaremos a cabo. Elidibus os ayudará.


Desde entonces ha pasado tanto tiempo que ya no puedo ni recordarlo. En cualquier caso, me disponía a caer en un largo sueño por primera vez en mucho tiempo en una zona poco iluminada de la grieta entre dimensiones, después de haber terminado mi papel como Solus Zos Galvus, fundador del Imperio Garleano. Serviría para enjuagar los residuos empalagosos de Solus, cuyo cuerpo había dejado en la Fuente. Uno no debe permanecer perpetuamente en un personaje.

No es que tuviera mucho sentido que yo conservara mi sentido del “yo”. Había pensado más de una vez que sería más sencillo simplemente acabar con todo aquello y desechar mi forma “real” por completo. Sin embargo, cuando pensaba en los otros dos originales que quedaban, una parte de mí estaba convencida que, si seguía siendo obstinado, una razón más convincente que el mero sentimentalismo llegaría eventualmente.

-Emet-Selch.

Mi nombre resonó en la oscuridad y me sacó de mi letargo.

Decidí ignorarlo, “estoy cansado, dejadme en paz” pensé, pero la voz era persistente. Una vez más me llamó, ahora más cerca.

Era la misma que me había detenido en el Capitolio hace tanto tiempo, o eso se suponía, porque sonaba como si perteneciera a otra persona. Tal vez era porque su actitud era diferente, o quizás realmente se trataba de otro ser. En cualquier caso, el dueño de la voz, Elidibus, dijo solemnemente mientras se paraba a mi lado.

-Lahabrea ha sido borrado.

Apenas podía seguir fingiendo sueño, así que me enderecé y me volví hacia Elidibus. El silencio que se extendía entre nosotros sólo afirmaba una verdad no pronunciada.

Para los Ascian, la muerte no era el final. Pero “borrado”…

-Sabíamos que este día llegaría.

Cerré los ojos mientras Elidibus decía esto y dejé salir el aire que había estado conteniendo. Él tenía razón, por supuesto. El viejo Lahabrea había sido el más activo de entre nosotros durante mucho tiempo, a veces incluso demasiado.

A través de muchos cuerpos y muchos mundos abrió su camino, pero cada loco salto hacía adelante lo dejaba más y más destrozado. No satisfecho con haber provocado un desastre espiritual debido a la oscuridad en la Séptima Calamidad Umbral, trabajó innecesariamente para prolongarla y promover el miedo.

¿Fue su afinidad por los conceptos de llamas lo que lo hizo tan parecido al fuego mismo? Desde la incomparable Ifrita hasta ese pájaro desesperadamente inmortal. Sus creaciones habían ardido brillantes y hermosas como él lo hizo.

Debería haber sabido lo que pasa con las llamas cuando ya sólo quedan cenizas.
Abrí los ojos para ver la cara de mi hermano, pero los labios visibles bajo su máscara no mostraban ninguna expresión. ¿Nunca más le vería mostrar lo que verdaderamente sentía por nosotros como lo hizo una vez tan fácilmente? O acaso esos sentimientos ya no…

-¿Emet-Selch?
-No es nada. Sólo pensaba en lo similar que era el viejo Lahabrea a sus creaciones.
-¿Sus…creaciones?

Esta vez no me costó mucho leer la incertidumbre en el rostro de Elidibus. Al mismo tiempo que me di cuenta de que ya no podía recordarlos, él mismo parecía darse cuenta de que le faltaba un pedazo otra vez mientras apretaba sus puños con fuerza. Desde el día en que reapareció como mediador ante la Convocatoria de los Catorce, no como una persona, sino como “algo” que se había convertido en un deseo, cambia con los tiempos y sigue perdiendo pedazos de lo que una vez fue.

–…Elidibus, ¿después de todo no tienes intención de mirar tu cristal?

Cuando Elidibus todavía era Elidibus y, Lahabrea todavía era Lahabrea, habíamos recogido todos los recuerdos de los Catorce y los habíamos sellado en un cristal, para que aquellos que algún día tomaran nuestros asientos vacíos pudieran recordar.
Estaba seguro de que Elidibus encontraría mucho en su interior que le ayudaría, pero sacudió la cabeza.

-Soy Elidibus. Mientras recuerde mi deber es suficiente. Si empiezo a recordar cosas, sólo las perderé de nuevo en el curso de esta eterna lucha y, si estos recuerdos son realmente tan valiosos…no me pidas que los olvide de nuevo.

Y de nuevo, aún si quisiera hacerlo, no podía refutar o afirmar este argumento. No tuve más remedio que encogerme de hombros de forma exagerada y dejar que la conversación de deslizara.

Elidibus comenzó entonces a desplegar su magia de teletransporte y me dijo:
-Me dirijo a la Fuente, para acabar con el héroe que derrotó a Lahabrea.
-Entendido. Bueno, mientras se trate de un simple héroe no será rival para ti.
-Siempre debemos prepararnos para lo peor. Si queremos tener éxito, tú también deberías reanudar tus esfuerzos.

Estaba a punto de decirle un “no gracias, me quedaré aquí y descansaré un poco”… pero su magia de teletransporte ya se había activado y había desaparecido dejándome sólo de nuevo en la oscuridad.

Esa fue la última vez que vi a Elidibus.

Elidibus

Así que…

Ahora toda mi magia está rota.
Todo lo que queda es mi mera existencia.
Incluso si se desmorona y regresa como arena llevada por el viento.
Ya ni siquiera puedo respirar.
Tal fue la batalla… así debía ser,
ya que era un deseo que quería cumplir apostando todo lo que tenía en ello.
Como ya he visto miles de veces, el éter está siendo llamado al Inframundo,
y mientras fluye pienso en un largo pasado y un pequeño futuro.
El desenlace se alejó de mis manos,
pero los actores aún están, de una manera terriblemente extraña sobre el escenario.
Si es así, sólo falta un pequeño empujón.
No es el momento de bajar el telón.
Con una mano que ya no tiene forma, hago chasquear mis dedos…

Contempla el epílogo de esta historia.