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Relatos de la Calamidad: La Gloria de la Victoria

Relatos de la Calamidad: La Gloria de la Victoria

El reino quedó alterado para siempre tras la Calamidad y la devastación que provocó. A lo largo de cinco historias cortas, nuestros personajes principales volverán a visitar los acontecimientos que rodearon ese fatídico día, ofreciendo otro punto de vista de lo que la Calamidad arrebató de sus vidas y de muchos y más.

Traducción del relato original publicado en la lodestone.

La Gloria de la Victoria

- ¡Cancelad las órdenes anteriores! ¡Todas las unidades del Maelstrom tienen la orden de retirarse, con efecto inmediato!

Fue una decisión difícil.
Merlwyb Bloefhiswyn, la almirante que dirige la Gran Compañía del Maelstrom de la ciudad-estado Limsa Lominsa había decidido retirarse de las Llanuras de Carteneau.
Habían intentado convocar a los Doce para evitar la caída del Satélite Lunar Dalamud, pero la operación fracasó y encerrado durante eones como había estado, y libre al fin, el primigenio Bahamut asoló los Llanos, quemando a eorzeanos y garleanos por igual.
A lo lejos, la Almirante vislumbró la resuelta silueta del Arconte Louisoix, con los brazos alzados aún en el rito de la invocación.

-¡Dadle prioridad al escuadrón terrestre especial del Aventurero! ¡Que la hueste principal cubra su retirada, y que se encargue de la retaguardia!

Dijo la Almirante Merlwyb mientras montaba a horcajadas sobre su chocobo armado, “Victory”.

-¡Eynzahr! ¡Yo dirigiré a la hueste principal! ¡Tu prepara un lugar seguro para recibir a los heridos!

Merlwyb

Eynzahr Slafyrsyn soltó la brida mientras Merlwyb tomaba las riendas. Vio que una esquirla de la falsa luna había atravesado la cota de malla bajo su brazo derecho. La sangre brotaba, oscura y constante. Su ayudante probablemente no sobreviviría a una dura cabalgata.

“Enseguida, almirante”, saludó Eynzahr. Entre las grandes especies de Destrier, el chocobo “Victory”, tenía un físico particularmente excelente y corría por el campo de batalla con sus fuertes patas. Era un buen chocobo que servía a su señora a pesar del miedo, visible en sus apagados ojos negros. Sin embargo, no había hecho honor a su nombre, que se le dio con la esperanza de la victoria. Ahora, el ejército eorzeano estaba al borde de la derrota.

-¡Retiraos! ¡Volved a la hueste principal!.

Merlwyb gritó una y otra vez hasta que la huida se convirtió en una corriente, luego en un río, que fluía hacia Eynzahr y ,esperaba, hacia la seguridad. Pero en medio de todo esto, divisó una fuerza que había ido en contra de las tropas en retirada y estaba atacando a las tropas imperiales con ferocidad. Eran los hombres de la Fuerza de Asalto, un grupo de piratas que se habían unido para formar una fuerza terrestre.

-¿Qué estáis haciendo? ¡He dicho retirada! ¡La batalla ya está decidida!

Fue Rhoswen, la jefa de las Sirenas Sanguinarias, uno de los tres principales grupos de piratas, quien desafió a gritos a Merlwyb mientras agitaba su hermosa pistola plateada.

-¡Guarda tu aliento, Almirante! ¡¿Sabes cuántos de nuestros compañeros han sido asesinados?! ¡Mataré a todos esos perros imperiales!

Rhoswen, furiosa por la pérdida de sus amigos, estaba completamente borracha de sangre y venganza.

No se dejaba llevar por la lógica y Merlwyb recordó el viejo dicho: los piratas lloran con sus espadas, y sus lágrimas son rojas. Continuaron discutiendo pero pronto vieron a más unidades del Ejército Imperial acercarse.

-¡Maldita sea!

La comandante de Maelstrom tocó con su espuela el flanco izquierdo de Victory mientras desenfundaba sus pistolas “Pena de Muerte” y “Aniquilador” con un movimiento suave. Pena de Muerte ladró, y un legionario garleano cayó hacia atrás. Después lo hizo Aniquilador, y más hombres cayeron pero sólo para revelar el brillo negro escarabajo de la armadura de magitek que coronaba el batallón. Era incluso más grande que Victory, pensó Merlwyb con extraña calma. La armadura abrió lo que parecía ser la boca llena de colmillos de una bestia mientras sus piernas apretaban por sí solas los flancos de Victory. El chocobo saltó cuando el cañón de magitek rugió.

-¡Ah!

Pero parecía que el sonido de la explosión en el momento del aterrizaje había golpeado sus oídos.
En el extraño silencio, Merlwyb sintió que su cuerpo se derrumbaba. Sintió calor en las piernas. La sangre. Pero no era suya..
Sólo después se dio cuenta de que las balas disparadas por los soldados imperiales habían atravesado la armadura del chocobo y habían infligido una herida mortal a “Victory”.


Lo primero que vio Merlwyb al despertarse fue el familiar techo de sus aposentos en el Triumph, el buque insignia del Maelstrom

-¡L-la Almirante se ha despertado! ¡Capitán, capitán!

Un hombre corpulento entró en la habitación después de que el hombre que parecía ser un médico saliera corriendo del camarote gritando.

-¿No has dormido ya suficiente Almirante?

El hombre, Eynzahr, sonreía, pero el color de la fatiga era visible en su cara.

-¿Cuántos días han pasado desde entonces? ¿Cuál es la situación?

-Dos días… estamos cruzando el estrecho de Merlthor para volver a casa.

Eynzahr le contó lo sucedido después de aquello.
“Victory” había sido disparada por soldados imperiales y había muerto. Además, al caer con el chocobo, se golpeó la cabeza y cayó en coma, y un grupo de piratas llamados “Los verdugos sangrientos” se retiraron llevándosela.

Rhoswen trató de luchar hasta el final, pero llegó la última de las agrupaciones piratas “Los brazos del Kraken” y su líder Carvallain, que normalmente está enemistado con ella, la subió a su chocobo y la secuestró para ayudarla a escapar.
Se dice que lo hizo con la elegancia de un caballero ishgardiano. Rhoswen se sintió tan humillada por el incidente que todavía maldice a Carvallain.
El maelstrom se había retirado con el resto de las fuerzas aliadas a Thanaland, donde reorganizaron sus fuerzas y ahora se dirigían de vuelta a Limsa Lominsa.

-Los alquimistas de Ul’dah se ocuparon de nuestras heridas. Tenían la intención de mantenerte en cama, pero les aseguré que no sería necesario, después de todo no te gustaría ser el tipo de capitán que huye de un barco que se está hundiendo, ¿verdad?

Merlwyb solía referirse a su ciudad natal, Limsa Lominsa, como un “barco gigante”. Como su capitana y almirante, Eynzahr decidió que debía volver a su hogar afectado lo antes posible y, si hubiera estado consciente, por supuesto, lo habría hecho sin importar lo herida que estuviera, pensó. Era reconfortante tener a un hombre confiable que pudiese actuar de acuerdo a su alma y su corazón.

-¿Y esa persona? ¿está a salvo?”

Merlwyb hizo la pregunta obvia. O al menos pensó que era obvia. Pero lo que recibió no fue lo que se esperaba de un hombre con un corazón tan comprensivo.

-¿Esa persona? ¿De quién estás hablando?

-La retirada de Carteneau… estoy segura de que ordené que se diera prioridad a alguien. Pensé que lo había pedido. ¿Pero quién?

Merlwyb se asombró de no poder recordar lo evidente.
Sin embargo, al final tuvo que convencerse de que probablemente era el resultado del golpe en la cabeza, como le había asegurado Eynzahr.

Los días siguientes fueron demasiado intensos para que Merlwyb o Eynzahr se preocuparan demasiado por su extraño lapsus. Al fin y al cabo, se había dado un golpe en la cabeza, y era una nimiedad comparado con lo que les esperaba en Vylbrand. A medida que el Triumph se acercaba a su casa, vieron cristales lívidos que brotaban de Pharos Sirius, haciendo alarde de su corrupción a la vista de todos. La bahía de Galadion era un Carteneau flotante, con el mar sembrado de cuerpos, escombros y supervivientes del maremoto que había arrasado la costa. Eynzahr tuvo suerte, pensó Merlwyb mientras observaba la destrucción. ¿De qué tamaño son estos fragmentos, para hacer un octavo infierno de este justo fondeadero? ¿Y qué hay de nosotros, que nos hemos salvado? ¿Cómo podemos seguir adelante, cuando se ha perdido tanto?

Encontraré una manera.

Merlwyb

Merlwyb ordenó que el mando temporal del Maelstrom se estableciera en los Diques de Moraby, protegidos de lo peor de la gran ola por el Agarre de los Dioses. Desde allí zarparon los restos de la gran armada de Limsa Lominsa con alimentos y suministros, ayuda y socorro, mujeres de fuerza y hombres de compasión. La almirante Merlwyb dormía poco, pero cuando lo hacía, siempre tenía uno de estos dos sueños. En uno, se mordía la lengua y gritaba: “Dadle prioridad. Que la hueste principal cubra su retirada”. En el otro, montaba un destrier en la fresca noche, el pájaro cantaba contento y el jinete murmuraba: “Buena chica, Vicki”.

El tiempo pasó. Algunas heridas se curaron, otras no. Los barcos de pesca volvieron al mar, y los mercaderes, estibadores y cuchilleros a los muelles. El nuevo Gobierno del Maelstrom tomó forma en las Cubiertas Superiores, los barcos de la armada volvieron a su anclaje usual, y los Secaderos de Moraby volvieron a funcionar como astillero.

Durante aquellos turbulentos días, los que mejor conocían a Merlwyb, y no eran muchos, señalaron que había sido cambiada por Carteneau. A las decenas de personas que acudían a la Almirante en busca de ayuda, no les daba falsos consuelos, pero tampoco era tan dura como antes. En cambio, hablaba de esperanza, de valor y de los guerreros perdidos que estaban junto al Arconte en los Llanos de Carteneau. Por ello, Merlwyb se ganó el amor de su pueblo, aunque le costó aceptarlo. Tan inquietante le pareció el pensamiento que una noche, incapaz de dormir, vagó por la ciudad, encontrándose al final fuera del establo de un ishgardiano mientras los jóvenes pájaros murmuraban somnolientos dentro.

Cuando Naldiq y Vymelli empezaron a trabajar en la primera de las nuevas naves de guerra de la talasocracia, no hubo duda de a quién correspondería el honor de ponerle nombre. Cuando se le pidió que fuera la madrina del nuevo barco, Merlwyb no dudó en llamarlo “Victory”. Estaba decidida a conseguir la victoria que no logró aquel día.
Y a celebrar la victoria con ese “alguien” con quien se reencontraría algún día…